
Esta noche han llamado a la puerta. La vecina del segundo segunda ha acudido a mí en calidad de presidenta de la comunidad de vecinos para pedirme ayuda. La señora Boni considera que por mi edad y buen estado físico y mental soy el candidato idóneo para resolver cierta contingencia del edificio: Se le está inundando el piso a la vecina del primero tercera y no sabe qué hacer.
Acudo raudo y veloz pero no encuentro el cinturón que me sujeta los pantalones. Creo que debido a los cinco incidentes por noche (amén de los acontecidos a la hora de la siesta) que Nenita y yo habíamos ocasionado a cuanto colchón encontrábamos, he perdido algo de peso (algo que si bien nunca viene mal en este caso y, en ausencia del cinturón, me obliga a sujetármelos con una mano mientras gesticulo o cojo el móvil con la otra).
La solución ha sido digna del ingeniero que hubiera sido si mi padre no hubiera querido que fuese filósofo. He llegado y le he preguntado a la inquilina del primero tercera: ¿Ha cerrado la llave de paso? y ella se me ha quedado mirando como si yo fuese un marciano que quiere manterner relaciones sexuales con un burro (entre incredulidad, ignorancia y asco)(y un poco de curiosidad...).
Al ver que no reccionaba a mi pregunta me he metido en su habitación y sacando la mano por la ventana he cerrado la llave de paso. Ella me ha seguido sin rechistar pero revisando mis operaciones con una excesiva cercanía. He de decir que abrir ventanas y cerrar llaves de paso con una mano mientras te sujetas los pantalones con la otra es una tarea que no requiere demasiada destreza.
A todo eso, las vecinas han empezado a salir de sus casas para preguntar qué pasaba. Cuando he salido de la habitación de la chica del primero tercera, en el salón estaban todas. ¿Pero qué pasa con los hombres? ¿Dónde están cuando se les necesita? Viendo el partido, por supuesto.
La chica del primero tercera me ha insistido en darme su número de teléfono por si otra vez le pasa algo, que la señora Boni puede ser la presidenta pero no está capacitada para resolver esta clase de urgencias. Yo le he dicho que no dude que intentaré solucionarle cualquier urgencia que tenga.
_ Mi número es 600234... y mi nombre es Micaela.
_ ¿Micaela? ¿De dónde eres?
_ Holanda.
_ Ya decía yo que tu acento me sonaba (hija de la gran...)
_ ¿Puedes repetirme el número? _ le dije mientras sujetaba la blackberry con las dos manos.
No conté con que soltaba los pantalones, lo de la blackberry es instintivo, lo juro. El caso es que se me cayeron los pantalones delante de todo el vecindario. Todas se me quedaron mirando ahí abajo (ahora sé lo que siente una mujer cuando lleva un escote generoso) con los ojos desorbitados, sin ningún disimulo, será porque en verano no suelo llevar calzoncillos. Me los subí sin prisas.
Total, que tengo ocho teléfonos para solucionar urgencias del edificio y yo he dado el mío. Creo que voy a tener trabajo hasta que encuentre trabajo.
Un momento, llaman al teléfono.
_ ¿Micaela?
_ Perdona que te moleste, hasta que llame mañana al seguro y no vengan a arreglar esto no tengo agua ¿verdad?
_ No, no tienes.
_ Bueno, ¿podría ducharme en tu casa?
_ Claro _ hostia, cómo voy a decirle que no _ ¿A qué hora te vas a trabajar?
_ A las siete y media pero... no quisiera molestar tan pronto. Si te va mejor subo y me ducho ahora.
_ Vale, acabo de escribir una cosa, un minuto y te abro.
¿Y ahora? Recibo un sms.
"Mañana dejo a mis hijos con mi madre. Roberto de viaje hasta el miércoles. Espero no tener que romper nada en casa para que vengas. Lola".
Tengo que encontrar trabajo como sea.